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Una partida de ajedrez

  • Foto del escritor: Ana Laura
    Ana Laura
  • 15 dic 2023
  • 2 Min. de lectura
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Sin duda la vida está llena de oportunidades. Lo primero que se me viene a la mente es la frase de “cuando una puerta se cierra, otra se abre”. Pero, ¿es esto cierto?


Cuando pienso en oportunidades, no puedo dejar de lado el hecho de que, desde el momento en que somos concebidos, los factores económicos, culturales y sociales de nuestros padres van a influir en el tipo de oportunidades que vamos a tener a lo largo de nuestra vida.


Recuerdo cómo, en una conferencia a la que asistí hace unos años, nos pusieron el ejemplo de dos niños que iban a nacer en circunstancias completamente diferentes.


El primero iba a nacer en una familia que vivía en pobreza extrema, con una madre que presentaba síntomas de anemia y desnutrición. Esta familia vivía en el campo, con poco acceso a los servicios básicos y una mínima educación. El segundo en una familia de clase media-alta, donde la madre tenía una dieta saludable y balanceada, y había empezado a tomar suplementos desde antes de quedar embarazada, preparando a su cuerpo para crear y nutrir vida. La familia vivía en una ciudad con todas las necesidades básicas cubiertas y acceso a una muy buena educación privada.


¿Iban a tener esos dos niños las mismas oportunidades en la vida?

¿Podemos decir entonces que todos tenemos la misma cantidad, si no calidad, de oportunidades?


He estado dándole muchas vueltas a este tema. Lo he investigado en publicaciones científicas y opiniones, lo he comentado con mis amigos y conocidos, y he llegado a estas conclusiones, que es importante indicar que son muy personales, y no espero que para todos sean iguales:


  1. No todos tenemos la misma cantidad de oportunidades

  2. No todos tenemos la misma calidad de oportunidades

  3. Las oportunidades que se nos presentan responden a nuestra realidad


Y de eso se trata, todos vivimos diferentes realidades, porque nacemos y crecemos en distintas circunstancias. Partiendo de esto, no podemos medirnos de la misma manera, pero podemos enfocarnos en este pequeño pero importante detalle: todos tenemos la capacidad de buscar y crear oportunidades dentro de nuestro entorno.


Esto me hizo pensar en que podemos comparar la vida con una partida de ajedrez.

El ajedrez es un juego de opciones y variantes, en el que nos vemos obligados a crear estrategias, tomar decisiones y, sobre todo, a reaccionar a las movidas de nuestro oponente.


Y es que así es la vida, diariamente ocurren sucesos que nos afectan y sobre los que tenemos que tomar decisiones para mejorar y salir adelante. No importa la cantidad de oportunidades que tengamos enfrente, importa nuestra capacidad de identificarlas y explotarlas; lo peor que puede pasarnos es que se nos escapen sin siquiera darnos cuenta.


Sabiendo esto, podemos enfrentarnos a estas situaciones y convertirlas en oportunidades: de mejora, de crecimiento o, aunque sea, de aprendizaje. Al ir por la vida con esta actitud podemos aprender a ser más responsables, tenaces, maduros y, quizá una de mis cualidades favoritas, consecuentes.


Si estamos dispuestos a buscar y crear las oportunidades inevitablemente nos convertimos en personas más positivas, creativas y resilientes, que se enfocan no en los problemas, sino en cómo resolverlos.


Así que a eso los invito, busquemos las oportunidades en todos lados, saquémosle provecho a cada cosa que nos pasa en la vida y convirtámonos en unos masters del ajedrez.

 
 
 

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