Dejar ser
- Ana Laura
- 23 sept 2024
- 2 Min. de lectura
…en lugar de dejar ir.
Cuando pienso en “dejar ir”, no puedo evitar relacionarlo con “superar”. Y creo que todos podemos confirmar que ¡esto puede ser muy difícil!
Como cualquier persona analítica, fácilmente me pierdo en círculos viciosos de pensamiento, ya sea respecto a situaciones pasadas o futuras.
Puedo pasar días enteros sumergida en estas dinámicas, encontrando mejores palabras o acciones para momentos en que no me gustó cómo reaccioné o planificando diferentes respuestas y reacciones a posibles escenarios fututos.
Es por ello que, últimamente, he estado investigando sobre el mindfulness, o la “atención plena”, que se enfoca en prestar atención de manera consciente a la experiencia del momento presente. Nos ayuda a redireccionar nuestros pensamientos al ahora y nos permite mejorar nuestro bienestar emocional.
Leyendo un poco más sobre el tema, me topé con un artículo muy interesante, que hablaba sobre dejar de enfocarnos en “dejar ir” y, en su lugar, escoger “dejar ser”.
Parte de la premisa que, normalmente, las cosas que más nos importan son las más difíciles de superar, explicando que, si pudiéramos simplemente dejarlas ir, probablemente ya lo habríamos hecho.

Comprendí que reprimirlas suele ser la respuesta incorrecta. Las heridas que vamos acumulando al intentar obligarnos a “dejar ir” suelen salir a la superficie cada cierto tiempo, lastimándonos tanto como lo hicieron la primera vez. Entonces, obligarnos a superar algo antes de sanarlo no nos traerá ningún beneficio.
Quizás deberíamos enfocarnos menos en superar las cosas y, en su lugar, concentrar nuestras energías en practicar la aceptación. Al “dejar ser”, aceptamos la inevitabilidad de lo que acontece a nuestro alrededor.
Esto nos produce paz, nos libera de la necesidad de controlar todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor y nos deja enfocarnos en las cosas que realmente importan. Nos permite aprender a "estar" con nuestros sentimientos y sensaciones, para luego procesarlos.
Dejar que nuestros sentimientos, pensamientos y sensaciones fluyan a través de nosotros sin alejarlos, adormecerlos o resistirlos nos vuelve más humanos. Para ser plenamente humanos necesitamos sentir plenamente todas las emociones, sin ninguna discriminación.
Idealmente, este proceso nos conduce a un punto en que genuinamente los podemos “dejar ir”. De una manera orgánica, sin dolor ni efectos secundarios.
Entendí que el “dejar ser” implica estar presentes con aquello que sea que estemos experimentando. Así que: abracemos nuestra humanidad y ¡dejemos ser!
Comments