Poniéndole nombre…
- Ana Laura
- 11 sept 2024
- 2 Min. de lectura
… a las emociones.
Al empezar este blog me sentía súper motivada y ansiosa por esribir y publicar contenido nuevo todas las semanas. Sentía que mi mente llena de ideas, pensamientos, experiencias y aprendizajes listos para ser plasmados en palabras. Sin embargo, los meses fueron pasando y estoyaquello está por cumplir su primer año… y yo no he logrado ser consistente.
Reflexionando - con un poco de melancolía - sobre lo que pude haber hecho de manera diferente, me surgió una duda interesante: ¿Será que necesitamos estar en cierto estado anímico para que nuestra creatividad fluya, o deberíamos obligarnos un poco a hacer lo que nos apasiona hasta mejorar nuestro estado de ánimo y sentirnos inspirados? ¿Puede ser que una u otra táctica sea más eficiente según nuestra personalidad?
A mí siempre me ha costado crear cuando no estoy bien.

No pude evitar recordarme de uno de los ejercicios que trabajé este año en terapia, y quiero compartirlo en este espacio.
Ya les había comentado que la inteligencia emocional no es una de mis cualidades inherentes, pero sí es un aspecto en el que he trabajado mucho. Y fue así como me topé con los mood meters, o “animómetros”.
Identificar cómo nos sentimos va mucho más allá de saber si estamos “bien” o “mal”.
De hecho, este tipo de condicionamiento en sí ya representa un problema, porque dividimos las emociones en positivas y negativas, cuando en realidad éstas no son buenas ni malas.
Son simplemente información. Respuestas instantáneas a los estímulos agradables y desagradables a los que somos expuestos.
Yo cuento con un vocabulario extenso y conozco de nombre y significado muchas emociones, pero me cuesta trabajo identificar y diferenciar, según las sensaciones que mi cuerpo percibe, cuál es la que estoy sintiendo en un momento determinado. Y hacerlo es muy importante. Para poder regularlas, primero debemos reconocerlas, comprenderlas, nombrarlas y expresarlas.
Para esto sirve el mood meter, un paralelograma que, por un lado, busca que identifiquemos nuestros niveles de energía. De -4 a +4, ¿qué tanta energía siento en este momento? Por el otro lado, la reflexión es en cuanto al desagrado/agrado. De -4 a +4, ¿qué tanto agrado siento en este momento?
Luego, procedo a buscar esa posición en el paralelograma y leer el nombre de la emoción. Hasta este día, todas las veces que lo he hecho he sentido que la emoción identificada refleja realmente lo que estoy sintiendo.
¡No se imaginan cuántas veces - después de responder “¡Meh!” a la pregunta "¿Qué tal estoy?" - he hecho el ejercicio de medir mi energía y mi nivel de desagrado/agrado, identificado la palabra “aburrido” y he tenido esa sensación de epifanía, comprobando que, efectivamente, mi “malestar” era simple aburrimiento!
Más allá de saber qué estoy sintiendo en el momento, este ejercicio me ha ayudado a identificar qué emociones son las más recurrentes. Reconociendo cómo me siento constantemente he podido conocerme y comprenderme mejor. También he logrado definir más fácilmente cuáles son aquellas cosas que quiero (y debo) trabajar y sanar.
Les comparto mi mood meter y los invito a utilizarlo cada vez que se sientan incómodos, confundidos, o simplemente para comprobar qué tan pilas son ustedes para identificar sus emociones.

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