¿Podemos aprender a aceptar el cambio?

No sólo el cambio “bueno”, sino también ese que nos incomoda y nos reta.

Estos últimos días han sido difíciles en Guatemala. Quisiera creer que todo es parte de un proceso de cambio, no sólo político sino también social. Que los acontecimientos con los que estoy de acuerdo, pero también con los que no, son necesarios para que podamos vivir en mejores condiciones.

Hay demasiados discursos circulando en las redes respecto a la situación actual, lo que me ha hecho reflexionar mucho al respecto. ¿Sinceramente? Creo que con ninguno concuerdo al cien por ciento.

Así que hoy esa fue mi lección. Entender que no todo es blanco y negro es importante para avanzar. Con ello no le resto ninguna importancia a formarnos una opinión informada, al contrario, le sumo importancia a que nuestras opiniones y sentimientos responden a nuestra realidad y que, por lo mismo, es probable que todos tengamos aunque sea un poquito de razón.

Creo que si paráramos un momento y estuviéramos realmente abiertos a comprender las preocupaciones, los miedos y las necesidades de quienes nos rodean sería más fácil llegar a un consenso.

Eso es la empatía. No implica ceder, tampoco cambiar nuestras convicciones.

Simplemente salir de nuestros zapatos por un instante para ponernos en los de quien tenemos al lado. Como me encantan las definiciones, les comparto lo que la RAE define como empatía:

Empatía

Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos (Intentar experimentar de forma objetiva lo que otro está sintiendo).

De una forma u otra, todos estamos siendo afectados por la coyuntura nacional. ¿Y si, en vez de dividirnos, buscamos entendernos y apoyarnos?

No seamos indiferentes, abramos diálogos, defendamos la democracia.

Para practicar la empatía se necesita valentía.